Discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida.
América Latina y el Caribe tiene una gran riqueza: la religiosidad popular que día a día se purifica y hace crecer en la fe, y la diversidad de culturas que se unen con sus diferencias para seguir a Cristo. Es necesario que todos los bautizados sean discípulos y misioneros de Cristo, que salgan sin miedo a evangelizar, con los medios de hoy, las diferentes problemáticas sociales, económicas y políticas, llevando a Cristo y su buena nueva a todos los pueblos, regalando la verdadera vida en Él. Jesucristo es el camino, la verdad y la vida, sin Él no tiene sentido la realidad y por tal motivo la Iglesia debe invitar al seguimiento de Jesús, a configurarse con Él, para ser un discípulo misionero de la vida, del amor, del servicio, de la paz. Hoy más que nunca América Latina y el Caribe necesita que la novedad del evangelio se revitalice, se confirme y principalmente que todos los pueblos tengan un encuentro personal y comunitario con Cristo, para alejar los ídolos que la cultura actual presenta, para abandonar los caminos de sombras, para superar los problemas sociales y la injusticia. La vida de nuestros pueblos hoy está inmersa en medio de una realidad sociocultural fuertemente influida por la globalización que trae tanto ventajas como desventajas, tristemente se da el uso de la mujer, se violenta su dignidad, los medios de comunicación social son distractores que acaban con la vida familiar y se quiere sacar a Dios de la vida de las personas. En la situación económica se ven sombras como el monopolio de los mercados, el lucro como valor supremo, la pobreza, el desempleo, la explotación laboral y las migraciones. En la dimensión sociopolítica se ha dado un progreso en la democracia, pero también se está presentando un autoritarismo en algunos gobiernos, la corrupción afecta la sociedad y el estado, se aprueban leyes contra la vida humana. Los discípulos misioneros de Cristo, con la alegría de serlo, deben llevar la esperanza y centrar su misión en evangelizar estas dimensiones. La vida de Jesucristo en los discípulos misioneros debe llevarlos a anunciar la buena nueva de la dignidad humana, de la familia, de la actividad humana en el trabajo, en la ciencia y la tecnología, la buena nueva del destino de los bienes y la ecología. Para ser verdaderos discípulos misioneros de Cristo hay que seguir un itinerario formativo teniendo como centro la espiritualidad trinitaria y el encuentro con Jesús en los diferentes espacios. La formación debe ser integral, kerygmática y permanente donde se dé la iniciación cristiana, la catequesis y la maduración de la fe. La vida de Jesucristo para nuestros pueblos lleva a una opción preferencial por la dignidad humana, la justicia, la caridad, por los excluidos, pobres y desplazados; la vida de Jesucristo lleva a una renovación pastoral en todos los ámbitos, a una ayuda eficaz para los rostros sufrientes (personas de la calle, migrantes, enfermos, adictos dependientes, detenidos en la cárcel). La evangelización requiere un cambio urgente y para comenzar con esta ardua labor es necesario llevar la buena nueva a las culturas de nuestros pueblos, evangelizar con decisión la vida pública, la sociedad urbana, los medios de comunicación y todos los nuevos areópagos de la vida actual.
“María es el modelo perfecto de discípula y misionera de Jesús”.
COMENTARIO
¡Es de admirar el gran trabajo que hacen los diferentes Obispos de América Latina y el Caribe en nuestros pueblos, son verdaderos pastores a imagen de Jesucristo!
El documento conclusivo de Aparecida es una verdadera ayuda para todas las Iglesias particulares, para las Parroquias y para cada uno de los bautizados que quieren responder al llamado de Cristo siendo auténticos discípulos misioneros que buscan cambiar las sombras de muerte que la cultura actual del consumismo, el dinero, el poder y el placer han ido poniendo en nuestra sociedad. Esta V conferencia nos plantea, nos propone un gran reto: ¡ser discípulos y misioneros de Jesucristo!, pero lo positivo es que nos muestra la realidad a la cual nos enfrentamos y además nos da las pautas y directrices para llegar a esa plena configuración con el maestro. No nos abandonan en esta ardua tarea, todo lo contrario, nos animan, aconsejan y muestran su apoyo incondicional. Somos una Iglesia unida en la esperanza y en la fe, caminamos hacia la plenitud del amor, la solidaridad y la reconciliación.
Me impacto profundamente la propuesta de los Obispos: ¡NAVEGAR MAR ADENTRO! Estas sencillas palabras nos deben interpelar a todos los bautizados que muchas veces no sentimos la Iglesia como nuestra y la abandonamos, dejando las tareas de evangelizar a unas pocas personas. Navegar mar adentro significa empezar a buscar el encuentro personal con Jesucristo, el maestro bueno, que nos fortalece y prepara para que salgamos a proclamar con alegría, fuerza y vigor su buena nueva, su cultura de la verdadera vida y de la felicidad plena, ¡Jesucristo le da sentido a nuestra existencia y realidad!, navegar mar adentro es salir de los templos y encontrarnos con los pobres, marginados, drogadictos, con la injusticia, la indiferencia, el rechazo, la prueba, para tener la valentía de ayudar, de sufrir con ellos, de denunciar, de proponer, de buscar soluciones viables y sostenibles para todos los problemas que nos afectan. Navegar mar adentro implica sacrificio, esfuerzo, gastar todas las energías posibles y si es necesario dar la propia vida por el reino de Dios. En este navegar no podemos ir solos, por tal motivo como discípulos misioneros debemos dar testimonio de vida, no solo con palabras bonitas, sino también con acciones llamando así la atención de todos los bautizados que tienen todas las potencialidades para ser discípulos misioneros; nosotros como vocacionados debemos dar el primer paso anunciándoles a Cristo y proponiéndoles la gran aventura de evangelizar. Navegar mar adentro incluye, si es posible, estar dispuestos a ir a la otra orilla y llevar a Cristo a los que aún no lo conocen.
Esta V conferencia Latinoamericana y del Caribe nos anuncia una gran noticia: ¡SOMOS UN CONTINENTE RICO! Aunque muchos no lo crean es verdad ¡SOMOS RICOS PORQUE TENEMOS A CRISTO! con Cristo tenemos un gran camino a seguir, iluminados con la luz y verdad del Espíritu Santo, y el amor paternal de Dios que nos ha acompañado desde siempre. Además de reconocer la riqueza de poseer a Cristo es maravilloso destacar otras riquezas que tenemos, pero no solo basta con admirarlas, es necesario conservarlas y cuidarlas como perlas preciosas. Estas son nuestras riquezas: la familia, la piedad popular, la diversidad de culturas, el medio ambiente y diversidad de fauna, flora, animales. Personalmente admiro el empeño de muchos Sacerdotes por custodiar estos tesoros, no escatiman esfuerzos, dan su vida totalmente para salvaguardar el patrimonio humano, cultural y material de América Latina y el Caribe. Como discípulos misioneros tenemos la delicada labor de sembrar la unión y el amor en las familias, purificar la piedad popular y aprovechar estas muestras de fe, dar a conocer debidamente la religión a las culturas y crear consciencia de respeto para el ecosistema que es una creación de Dios para el bienestar del hombre. Los Obispos de América Latina y el Caribe dan un gran aporte a la vida de los pueblos hablando de nuestras riquezas, pero también juzgando a la luz de Cristo lo que las están destruyendo. De esta manera conocemos la verdad y tomaremos medidas para mejorar.
Me pareció de vital importancia que en esta Conferencia Episcopal se haya resaltado e inculcado el amor por la Eucaristía. Sí, es la Eucaristía la mayor revolución de la historia, como dijo el Papa Benedicto XVI; es en la Eucaristía donde se une plena y verdaderamente el pueblo de Dios; es en este sacramento por excelencia donde los discípulos misioneros alimentan su fe, logran una alta maduración de ésta y le encuentran pleno sentido a la misión a la cual han sido encomendados; es en la Eucaristía donde aprendemos a amar como Cristo y a reconocer a los demás como hermanos que necesitan de nuestra solidaridad y caridad.
Un reto aún mayor que exige la cultura actual es el de ser discípulos misioneros de Jesús con una experiencia fuerte de Dios y con una formación integral en todos los campos de la sociedad; se necesitan discípulos misioneros con grandes capacidades intelectuales, bien cultivadas y puestas al servicio de la Iglesia; se necesitan discípulos misioneros con convicción y santidad; se necesitan discípulos misioneros que sean capaces de llevar la vida de Cristo a las familias, a los niños, adolescentes, jóvenes, adultos, pobres, ricos, de nuevo a los que se han retirado de la Iglesia, a los que no creen en Dios, a los profesionales, científicos, economistas, políticos…; se necesitan discípulos misioneros que mueran a sí mismos y dejen habitar en sus vidas a Cristo, el humilde servidor de toda la humanidad.
Finalmente, este documento de Aparecida me deja una gran invitación a dar sin temor mi vida para que muchas personas tengan vida en Jesucristo, siguiendo con fidelidad y pasión el ejemplo de la Santísima Virgen María, de los apóstoles, mártires y Santos que dieron el vivo y eterno testimonio de DISCIPULADO Y MISIÓN EN CRISTO.
NÉSTOR CAMILO GARCÍA LOPEZ